Cuando el Sublime Maestro
dijo a sus discípulos: “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”, sin
duda se refería a los inconscientes de su naturaleza espiritual, que trasciende
su muerte física, y la suerte que en
este caso deben afrontar como respuesta a la responsabilidad de sus acciones en
la vida terrena.
Por otro lado, las
Escrituras nos hablan de los que están DORMIDOS. Pero a pesar de que duermen
son capaces de tener vivencias ricas en alegría, fe, esparcimiento, esperanza,
etc….en los ensueños, por supuesto. Allí no se guían por sí mismos, no dirigen
los acontecimientos a voluntad, porque no son más que títeres manejados por
fuerzas que no pueden comprender ni manejar.
Por eso en Efesios 5.14 se
les amonesta: “Despiértate tú que duermes, y te alumbrará Cristo” Se refiere a los que solo
utilizan la religión como muletas emocionales o como institución bomberil que pueda apagar el fuego de sus angustias
pero sin ningún compromiso serio ni consigo mismos ni con sus comunidades. Y
todo esto porque aún no han entendido el plan que el Supremo Creador diseñó
para salvar integralmente a la Humanidad.
Todavía no pueden ver o
comprender lo que es el reino de Dios, debido a que aún no han nacido de nuevo,
en el Espíritu de la verdad (Jn.16.12-13). Siguen todavía en el vientre de la
posibilidad de su CONVERSIÓN (Hch.3,19) en miembros activos de este “nuevo
régimen del Espíritu” (Ro.7.6).
Pues así como por medio
del arrepentimiento podemos recibir el gran beneficio del perdón, así también
por medio de la conversión podemos llegar a tener “tiempos de refrigerio” por
medio de la implementación de los principios justos y amorosos del reino de
Dios (Jn.13.35).
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