UNIDAD
ESPIRITUAL, en la que soy uno con mis hermanos del África, Europa, etc., aunque
nunca los he visto ni escuchado. Simplemente nos identifica tener,
supuestamente, al menos los fundamentos de una misma fe.
UNIDAD DOCTRINAL, la que tienen los miembros de una u otra
denominación. Aunque algunas de ellas tienen un nulo o muy pobre criterio acerca de muchos
asuntos, la mayoría defienden un conjunto de credos o doctrinas que las hacen
diferentes a otras. Tienen unidad de pensamiento en relación con ciertos
asuntos, lo que las hacen diferentes a otras.
UNIDAD REAL, la que puede tener cualquier
denominación cristiana, o el conjunto de ellas. Tiene que ver con la vivencia
práctica de la fe, lo que involucra acuerdos
para diseñar, aprobar y desarrollar planes o programas que mejoren las condiciones de vida que la comunidad de
fieles necesita.
No se trata sólo de orar, adorar, o leer la
Biblia. Es permitir que el Espíritu Santo haga su obra en y a través de
nosotros, poniendo en ejecución los principios del reino de Dios, “para que no
haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los
unos por los otros. De manera que si un
miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe
honra, todos los miembros con él se gozan”. “Para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo de quien todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento
para ir edificándose en amor” (1-Co.12.25-26: Ef.4.14-16).
Nuestro Salvador quiere que en su “casa”
haya alimento (Mal.3.10) y vida abundante (Jn.10.10), y esa casa somos
nosotros, los creyentes, (He.3-6) que deseamos que nuestros líderes dormidos y
acomodados no obstruyen el plan divino de salvación, pues ni entran ni dejan
entrar a los que Dios ilumina con la gracia de una visión bíblica y realista de
su reino.
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