sábado, 18 de mayo de 2019

ASPECTOS DE LA UNIDAD CRISTIANA


   UNIDAD ESPIRITUAL, en la que soy uno con mis hermanos del África, Europa, etc., aunque nunca los he visto ni escuchado. Simplemente nos identifica tener, supuestamente, al menos los fundamentos de una misma fe.
   
UNIDAD DOCTRINAL,  la que tienen los miembros de una u otra denominación. Aunque algunas de ellas tienen un nulo  o muy pobre criterio acerca de muchos asuntos, la mayoría defienden un conjunto de credos o doctrinas que las hacen diferentes a otras. Tienen unidad de pensamiento en relación con ciertos asuntos, lo que las hacen diferentes a otras.
   
UNIDAD REAL, la que puede tener cualquier denominación cristiana, o el conjunto de ellas. Tiene que ver con la vivencia práctica de la fe, lo que  involucra acuerdos para diseñar, aprobar y desarrollar planes o programas que mejoren  las condiciones de vida que la comunidad de fieles necesita.
   
   No se trata sólo de orar, adorar, o leer la Biblia. Es permitir que el Espíritu Santo haga su obra en y a través de nosotros, poniendo en ejecución los principios del reino de Dios, “para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan”. “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,  sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (1-Co.12.25-26: Ef.4.14-16).
   
   Nuestro Salvador quiere que en su “casa” haya alimento (Mal.3.10) y vida abundante (Jn.10.10), y esa casa somos nosotros, los creyentes, (He.3-6) que deseamos que nuestros líderes dormidos y acomodados no obstruyen el plan divino de salvación, pues ni entran ni dejan entrar a los que Dios ilumina con la gracia de una visión bíblica y realista de su reino.
  
  

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