miércoles, 3 de abril de 2019

LIMOSNA Y CORRUPCIÒN

  

   Entre los muchos mendigos que con verdadera necesidad piden limosna por las calles de una ciudad se mimetizan los sinvergüenzas que quieren vivir a expensas de la gente bondadosa. Incluso, hay empresas criminales dedicadas a este fin.
  
 Algo parecido está ocurriendo en muchas congregaciones cristianas en donde ciertos individuos se disfrazan como  “ministros de justicia” (2-Co.11.15). Desafortunadamente no faltan los creyentes incautos que sustentan a éstos mercaderes de la fe (2-P.2.3). Lo hacen pensando que están haciendo lo correcto para agradar a Dios, cuando en verdad están haciendo todo lo contrario… Si voluntariamente somos idiotas útiles, o cómplices de las tinieblas (Ef.5.11), no quedaremos sin castigo.
   
 El pueril argumento que esbozan los que con sus ayudas alimentan a este monetizado sistema religioso, es: “Cumplo con mi deber de dar; que respondan ellos por lo que hacen con el dinero”
  
 ¡Ojalá que recapaciten! Porque esta nefasta actitud se constituye en una de las grandes piedras de tropiezo que obstruyen el camino que conduce a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

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