Como dice en Lc.19.27,
los enemigos del rey Jesucristo son aquellos que no quieren que él ejerza soberanía sobre ellos. Su
ingratitud los condena (Jn.3.16-19). El Padre Celestial ama a todos por igual
pero no todos aceptan su paternal gobierno.
Por eso, el amor solidario dentro del “nuevo
régimen del Espíritu” (Ro.7.6) está enfocado en lo que podríamos llamar como la
“ley de la prioridad” (Gà.6.10; Ro.12.10; Mr.7.27), para que el pueblo de Dios
se pueda desarrollar y fortalecer, demostrando de este modo, con hechos
(Mt.5.14-16), las ventajas del sometimiento a la voluntad divina, antes que al
engaño, falta de valores y vacío existencial provenientes de las fuerzas del
caos.
Hay principios fáciles
de implementar, como son los tres factores básicos de crecimiento espiritual,
sobre todo como individuos, los cuales son: Oración, estudio de la Biblia, y
adoración celestial.
Pero, como comunidad, existen otros principios
no tan fáciles de consolidar, tal como el principio de igualdad (2-Co.8.13-15)
que demanda una redistribución equitativa de los recursos económicos de la
Iglesia para resolver las necesidades de sus miembros.
Otro principio básico y
además necesario para poner en práctica varios otros es el de procurar la unidad
real, a diferencia de la unidad meramente subjetiva o doctrinal. Es decir, la
integración de hecho del pueblo de Dios (1-Co.12.25-27; Ef.4.14-16) para el
ejercicio constante, duradero y organizado de un amor práctico que llene
nuestras vidas con la abundancia que necesitamos aquí y que nos haga dignos de
una eternidad feliz.
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