sábado, 10 de noviembre de 2018

TRES MEGA OBRAS EN NUESTRO UNIVERSO

  

   Son tres obras que de manera consecutiva se entrelazan para brindar a la raza humana la mejor opción para un cambio positivo, integral y permanente. Se pueden considerar como una obra de amor, otra de sacrificio, y la última de realización.
  
    De forma resumida diré que fue el Padre Celestial que se tomó inicialmente el trabajo de diseñar para la Humanidad un plan con el que esta se pudiera liberar al máximo de las fuerzas del mal. Por ello, y en un acto de amor ofreció el martirio de su propio hijo para establecer el fundamento principal de dicho plan.
  
    La segunda obra fue hecha por su propio Hijo, para el que el reino de Dios constituía el centro de su predicación:” Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado”.(Lc.4.43) Pero “a los suyos vino pero no le recibieron” (Jn.1.11). Por eso les declaró que el reino o gobierno celestial sería transferido a otra clase de personas, a quienes el Padre Eterno le plació conceder (Mt.21.43; Lc.12.32).
   
    Algunos lo quisieron matar por envidia (Mt.27.18), otros por prejuicios políticos, pues temían que gobierno imperial decidiera exterminar al pueblo hebreo por causa de insurrección (JN.11.49-53). Fue una muerte horrible  y humillante sin que el reo tuviera siquiera el derecho de maldecir a sus asesinos. A pesar de todo, efectuó su obra, “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”.(Tito 2.14)
  
    Él mismo ya lo había manifestado: “…si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto “(Jn.12.24) En la firmeza de su propósito y adelantándose a los hechos, confesó a su Padre en oración: “Yo te he glorificado en la Tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (JN:17.4). Por ello recibió tantos elogios como podemos ver en el libro de Apocalipsis cap.5
  
    Las dos grandes y fundamentales obras mencionadas ya fueron ejecutadas totalmente por sus autores. La tercera está en pleno desarrollo y corresponde hacerlo al Espíritu Santo, quien no puede actuar sin la buena voluntad de quienes deciden colaborar en la consolidación del reino de Dios (1-Co.3.9) y participar de la naturaleza divina (2-P.1.4) que es la que garantiza  el resurgimiento a una vida permanente y feliz aun después de la muerte física (Ro.8.11).
  

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