viernes, 16 de noviembre de 2018

CRISTIANOS ACOMODADOS E INDOLENTES

 
     Cuando todos los cristianos del planeta Tierra sean llamados a cuentas por el rey Jesucristo muchos recibirán el premio a su vocación, convivir con el mismísimo rey salvador en la plenitud de su reino y en medio de su pueblo liberado.
    
   Otros tantos no podrán hacerlo porque habían creído que el hambre, sed, desnudez, etc., de que hacen referencia en el capítulo 25 del Evangelio según San Mateo se referían solo a condiciones subjetivas. Argumentaban que las personas tenían hambre solo “de la palabra de Dios”; que tenían sed “solo de la palabra de Dios”; que tenían la desnudez del pecado y solo bastaría hablarles de la Palabra; que si estaban enfermos o presos bastaría hablarles de la Palabra, y así sucesivamente.
    
   A estas retorcidas y fantasiosas conclusiones llegan los cristianos acomodados en las butacas de la indolencia y el egoísmo, incluyendo a los cristianos engañados y/o engañadores que supuestamente ejercían una fe tan grande que podían realizar milagros y echar fuera demonios (Mt.7.21-23).
   
    La exhortación del apóstol Juan va directo al corazón de éstos espiritualistas: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.  Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.  Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.(1-Jn.3.16-20).
  
   Tengamos presente que cuando el rey dice: “mis hermanos más pequeños”, hace referencia a la familia de la fe (Mt.25.40; 12.50; Gá.6.10).

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