Una de las principales funciones de la “cizaña”, dentro del Reino de
Dios, (Mt.13.24-30; 36-42) es obstruir el crecimiento del “trigo”. Para
hacerlo, influyen en la mente de los religiosos ideas o doctrinas que les hacen
pensar que la denominada “salvación” está en total desconexión con el diario
vivir de la comunidad de creyentes.
Para ello enseñan que dicha salvación solo se
refiere al perdón de nuestras faltas, después de un sincero arrepentimiento, y
que pueden mantener esa condición de perdonados tan solo asistiendo
semanalmente a una o varias reuniones de algún determinado grupo, dándole a los
líderes del mismo el 10% de todos sus ingresos económicos, aparte de ofrendas,
primicias, etc.
Así, entre las lecturas de unos cuantos
versículos de la Biblia, la entonación de emocionantes cánticos espirituales, y
bonitos rebuscados blablablaes esconden sus talentos (Mt.25.14-30) y llegan al
final del Camino sin fruto ni vergüenza en espera de poder presentar buenos
argumentos en su propia defensa: “En tu nombre profetizamos, echamos fuera
demonios, hicimos muchos milagros”. Pero en vez de ser justificados y elogiados
serán tildados de “hacedores de maldad”. Pero, ¿Cuál sería esa maldad?
El mismo Maestro responde que se debe a que no
tomaron su fe en contexto con las necesidades básicas humanas, y que no obraron
en favor de los “hermanos más pequeños”, de los “maltratados” (Mt. 25.31-46:
He.13.3) No todo en la vida se soluciona con dinero. Pero para lo que con él sí
se pueda solucionar, la Biblia enseña que el plan de Dios establece el diezmo
como principio de economía igualitaria, para que haya abundancia en la “Casa de
Dios”, la cual son los mismos creyentes (Mal.3.10; He.3.6)” No digo esto para
que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad,
la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia
de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho, no
tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.” (2-Co.8.13-15)
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