¿Envió
Jesucristo a sus discípulos a predicar moralidad? …NO ¿Los envió entonces como psicólogos motivadores para que las
personas adoptaran correctas y positivas
actitudes frente a la vida?... NO. Tampoco fueron enviados como promotores de
valores espirituales con los que alguien pudiera vender la esperanza de vida
eterna a cambio de dinero real y efectivo, y mucho menos para cambiar la
ilusión del triunfo sobre las dificultades por dinero contante y sonante.
Él los envió
a predicar el Reino de Dios al que son inherentes todos los valores y virtudes
de la vida, incluyendo una excelente moralidad, mucha fe, vida eterna, etc... Y
les dijo: “de gracia, recibisteis, dad de gracia”. Pero como la palabra
“cobrar” suena en este caso como vulgar y descarada se apela a cambiar el
sentido de “el obrero es digno de su salario” para homologar la misión de
administrar la gracia divina (1-P.4.10) con cualquier profesión mundana
originada en las academias.
Los
creyentes, de manera organizada (1-Co.14.40), deben apoyar económicamente a
quienes se ocupan en labores del Reino, cuando no hay otra alternativa, para
que puedan ejercer eficazmente sus labores (1-Ti.5.18); pero esa no es la meta
de los recursos económicos de la Iglesia. Su objetivo final y fundamental es
desarrollar una vida abundante para quienes participan en este Reino, en el que
algunos de sus estandartes son el amor, la igualdad y la libertad.
Esto se logra cuando se toma en serio la
Palabra del Reino, “…para que ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel
que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien
concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente,
según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor”. (Ef.4.14-16)
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