Muchos NO
entrarán al Reino de Dios en su plenitud cuando, libre de toda influencia
maligna, sea entregado a los creyentes como herencia preparada para ellos desde
la fundación del mundo (Mt.25.35) No obstante, en su actual etapa de desarrollo
ha sido infiltrado por los hijos del Maligno (Mt.13.24) que con sus
maquinaciones procuran desvirtuarlo abierta o solapadamente.
Algunos de ellos en verdad no entienden el
plan divino de salvación, que configurado en la consolidación de este sin igual gobierno entre nosotros,
busca liberar de injusticias, maldad y sufrimiento no solo a los individuos en
particular sino a la comunidad de todos los creyentes.
A los que por algún tipo de altivez se
previenen para no entender lo que es el Reino de Dios les es negada la gracia
de ver sus propiedades y alcances, en
tanto que quienes tienen la mente abierta y sencillez en su corazón pueden
“verlo”, aceptarlo y recibirlo mucho más fácilmente (Lc.18.17).
Algunos, pues, no pueden concebir este plan
divino, pero muchos otros abiertamente se oponen a él no queriendo que el Rey
Jesús (Yashúa) ejerza soberanía real en
su propio pueblo (Lc.17.27).
Mientras esto ocurre, los “hijos del reino”
promueven y consolidan este “nuevo régimen del Espíritu” (Ro.7.6 ) como “colaboradores de Dios” que son
(1-Co.3.9), para que por medio de la organizada integración de los verdaderos miembros de la “santa
nación” o Cuerpo de Cristo (1-P.2.9), puedan enaltecer los valores de este
gobierno, que se inicia con la fe y se determina con obras de justicia.
Por
medio de los principios doctrinales de este sublime gobierno, tales como la
solidaridad, el amor y la igualdad (2-Co.8.13-15),los trabajadores en pro de
este Reino (Col.4.11) están en la búsqueda
permanente de la “libertad
gloriosa de los hijos de Dios” (Ro.8.21 ) para disfrutar desde ahora de la
“vida abundante” que el Rey Jesús anhela para sus seguidores (Jn.10.10).
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