Uno de los tantos lobos rapaces de nuestro
tiempo intentó crear una aberrante doctrina con la que se pretendía establecer
un contrasentido al principio de igualdad claramente prescrito en las sagradas
escrituras del Nuevo Pacto.
Se trataba de una herejía que se quería
justificar en la errónea y maliciosa interpretación del siguiente pasaje: “Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo
que tiene se le quitará.” (Mr.4.25)
El mencionado lobo dio a este versículo el
sentido de que las ayudas o aportes económicos se hicieran a favor de los más
acomodados o ricos, dejando a los más pobres y necesitados por fuera de toda
consideración.
Obviamente, esa interpretación no es ni de
lejos la correcta. La misma naturaleza humana nos enseña… Apoyamos a quienes se
están esforzando por alcanzar sus metas, y quitamos todo respaldo a los
negligentes y faltos de compromiso.
Afortunadamente pudo más la verdad
libertaria de la Palabra de Dios que las viles pretensiones de los que se
obsesionan grotescamente en manipular al
pueblo del vigente y progresivo
reino de nuestro Salvador.
Con toda claridad la Biblia nos enseña a ser
solidarios con los menos favorecidos (He.13.3; Mt.25.34-40), y en general
recomienda la ayuda mutua (He.13.16; Ef.4.15-16; 1-Co.12.25-27) para que todos
los miembros del Cuerpo de Cristo se edifiquen y crezcan.
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