Los cristianos realistas saben que aunque su
responsabilidad es personal, la salvación que el Padre Celestial ofrece es para
todo Su pueblo, y que por ello mismo deben conocer lo mejor
posible el Evangelio del Reino de Dios
para poder discernir mejor la voluntad de Dios. Por otro lado, los religiosos ritualistas haciéndole juego a
sus fantasías, todo lo trasladan al plano de lo imaginario, no estudian ni
investigan acerca de las ideas que les inculcan, pues están convencidos de que
con el solo hecho de pertenecer a una cierta denominación o grupo están libres
de toda condenación. Mientras los fantasiosos solo se juntan para celebrar
eventos religiosos, los realistas se integran para experimentar como comunidad
la vida del reino.
Mientras los religiosos
hacen caridad por medio de limosnas vergonzantes o por las meras buenas
intenciones, los cristianos realistas tienen conciencia de la necesidad de
implementar los principios doctrinarios del Reino de Dios (entre otros el
principio de igualdad, 2-Co.8.13-15) para el bienestar y desarrollo de todo el
pueblo de Dios.
Otra diferencia es que
los religiosos, no espirituales sino “espiritualistas”, se auto-justifican
pensando que la salvación cristiana es algo solo de carácter individual,
personal, y que por eso mismo deben evitar toda clase de compromisos con los
demás creyentes para no ser perjudicados en su indolente y egoísta comodidad.
Mientras tanto, los cristianos responsables y
realistas buscan desarrollar su carácter en asociación con la familia de
la fe, aunque para ello deban también ejercitar tolerancia, amor, paciencia,
y demás valores del divino gobierno, teniendo siempre presente que la Palabra
del reino es como miel en los labios de quien la pregona, pero algunas veces
amarga en el vientre de quien la vive, sobre todo en este tiempo en que a la
cizaña le es permitido estar dentro del reino de Dios juntamente con el trigo (Mt.13.36-43; 23.13;
Hch.13.10).
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