sábado, 17 de mayo de 2025

ELIGIENDO GOBERNANTES


 

       Uno de los deberes del cristiano  es orar por sus gobernantes estatales (1-Ti.2.2). El Estado nos confiere el derecho de elegir a  tales gobernantes. Con el discernimiento que el mismo Dios nos da podemos hacer una buena escogencia o protestar por medio del voto en blanco en contra de los candidatos propuestos. El voto, como tantos otros derechos, hace parte de los talentos que nos entrega nuestro Salvador para trabajar, en cierta forma, de su Obra. El no votar, lejos de ser una virtud, deja el camino libre para que los malos puedan llegar al poder y amargar nuestras vidas con actos de corrupción, leyes en contra de la moral cristiana, y demás cosas que no deseamos. Es mejor que los buenos voten por los menos malos, y no que los malos voten por los peores.

   Y si un cristiano no participa en la escogencia de sus gobernantes, ¿con qué clase de conciencia podrá orar a favor de ellos? Sería un gran contrasentido en el que una persona responsable e inteligente no incurriría (1-Co.14.20).

 

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