miércoles, 15 de mayo de 2024

COLONIAS DEL REINO DE DIOS

 

   Nuestro Salvador, como Cordero de Dios, hizo méritos para ser el líder natural y sobre natural  en el plan divino de salvación para la Humanidad. Cualquier ser humano, después de un sincero arrepentimiento personal, puede convertirse socialmente, en miembro del Cuerpo de Cristo para dar y recibir beneficios en su interacción con sus compañeros de peregrinaje (1-P.2. 11-12).

    La vocación de estas comunidades, actuando como colonias del Reino de Dios, en procura de una relación íntima y permanente con el mismo Espíritu del Creador es el servicio a los demás hermanos; y puesto que todas estas “colonias” tienen las mismas intenciones el resultado es que en ellas no hay “maltratados” (He.13.3) ni necesitados(Hch.4. 34-35). Ellos reconocen a los que trabajan en la administración de la gracia divina para que desarrollen bien sus funciones, una de las cuales es la distribución equitativa (2.Co. 8.13-15) de los bienes materiales de estas comunidades.

    Por eso mismo rechazan a los que pretenden egoístamente, por medio de artimañas y sofismas, apoderarse injustamente de tales recursos  o hacer uso inapropiado de los mismos. Tienen muy presente que no deben ser cómplices de las tinieblas (Ef.5.11) ni participar en pecados ajenos (1-Ti. 5.22), pues ya conocen la malicia del Adversario, y por eso no le dan lugar (2-Co.2.11; Ef.4.27).

   Denunciar la corrupción y las injusticias en los reinos o gobiernos del mundo tal vez sea producto del valor cívico o del patriotismo; pero dentro del pueblo de Dios reprender las conductas o procederes que van en contra de los principios del Reino del Mesías es una obligación, siempre y cuando se haga bajo los parámetros indicados en las Sagradas Escrituras (Mt. 18. 15-17).

 

 


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