viernes, 17 de diciembre de 2021

¿CUÀNDO SEREMOS SALVOS?

 

   La tradición religiosa nos ha enseñado que debemos poner total énfasis en la necesidad de ser salvados de la condenación eterna; y con terrorismo o sin él nos vemos inducidos a pensar que solo después de la muerte física tendrá efecto la obra redentora del Mesías, y que mientras no veamos que nuestra muerte esté cerca, podemos deshacernos en placeres, o resignarnos ante la adversidad, para que al final o cerca de él, podamos comprar, por la fe (¿o superstición?), un pasaporte al cielo, bien sea con ofrendas y diezmos, o en su defecto, con flagelaciones corporales.

  El aspecto primordial del plan divino de liberación es el perdón de los pecados para los creyentes. Esto es algo que solo Dios puede hacer. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Ef.2.8). Pero a éstos creyentes les es suministrado el Espíritu Santo, para que…”os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. “(He.13.21) “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Stg.4.5)

  Él quiere liberarnos de la enfermedad, de la pobreza, de las injusticias, de las tragedias…De manera que la salvación cristiana es un enorme potencial que depende de nosotros desarrollar para nuestro bienestar no solo futuro, sino presente. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2-Ti.3.16-17), “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.” (Stg. 1.21).

  Este es, pues, el otro aspecto de la salvación cristiana para quienes estamos participando de la naturaleza divina (2-P.1.4): Que con la presencia y ayuda del Espíritu Santo podamos organizarnos, como el mismo Cuerpo de Cristo, para canalizar y llevar a buen término el caudal de amor y liberación que nuestro Salvador tiene para su propio pueblo.

 


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