martes, 12 de octubre de 2021

DULCE Y AMARGO

 

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía ¡” (Sal.133.1). Estas palabras de David, el dulce cantor de Israel, pueden ser como miel en la boca de quien las pronuncie. Sen embargo, habitar juntos significa no solo compartir las bendiciones, sino las contradicciones de la vida, lo que también “amarga el vientre” de nuestro diario vivir. Ello no significa que tengamos la penosa necesidad de negarle a nuestro Salvador su deseo de unidad para su pueblo, por causa de la cual debió someterse a torturas humillantes y a una muerte despiadada (Jn.17.21). 

                               La unión hace la fuerza. Un proverbio popular dice: “Un pueblo unido jamás será vencido”. Nosotros, el pueblo de Dios, unidos como el Cuerpo de Cristo, por todas las coyunturas y ligamentos, orientados por la Palabra del Reino, y fortalecidos con el poder del Espíritu Santo, seremos más que vencedores (Ro.8.37) cuando seamos obedientes y proyectemos el amor de Dios a nuestros hermanos (1-Jn.4.20) por medio de planes, proyectos o programas de beneficio común.

 Recordemos lo que dijo el profeta Jehú a Josafat, rey de Judá: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por esto.” (2-Cr.19. 1-2). Jesús le dijo a una mujer, que le rogaba que echase fuera de su hija al demonio: “Deja primero que se sacien los hijos; porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos” (Mr.7.25-29). Por eso dice San Pablo: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gá.6.2).

   Para hacer realidad este anhelo del Mesías debemos “ver” el Reino de Dios, esto es, comprenderlo, y llegar a entender que lo dicho por San Pablo en 2-Co. 6.14-18 es un mandamiento del Rey Jesús, principio por medio del cual el pueblo hebreo pudo conservarse unido a través de toda su historia, y reconquistar la Tierra Prometida.

 Jesucristo es el Rey Salvador, que como buen pastor, dio su vida por sus ovejas; pero mientras ellas no se integren para ayudarse mutuamente y tener vidas dignas y abundantes, solo servirán para ser ordeñadas y esquiladas por aquellos lobos rapaces que solo las alimentan con ilusiones y esperanzas.

La mejor manera de implementar todos los principios del divino gobierno y de verdaderamente extender el reino de Dios es habitar en comunidades, tales como los Bruderhof, los Amish, los Viviendo por Fe, los Menonitas, los Gloriavale, etc.

Unos con un enfoque, otros con otro, pero de todas maneras en el empeño de vivir el Evangelio del reino de Dios al estilo de los cristianos primitivos.  A éstos los podemos considerar como los neo-radicales, los que en un futuro no demasiado largo encenderán el fuego de lo que es en realidad un avivamiento mundial que contrarrestará los duros tiempos del fin.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario