A muchos
religiosos cristianos se les ofusca el entendimiento cuando piensan que el
mismísimo Reino de Dios o de los cielos pueda existir entre nosotros, en medios
de este mundo tan corrompido, aunque solo sea en su etapa de crecimiento y no
en su plena manifestación.
Pero es un reto para quienes amamos a nuestro
Salvador, y apreciamos su Mensaje y sacrificio, y que comprendemos el verdadero
plan que él tiene para salvar a la Humanidad, ser sus eficientes colaboradores
(1-Co.3.9) en esta etapa de su reinado en que la Iglesia, como pueblo de Dios,
glorifica a su rey por medio del Espíritu Santo que obra en ellos y a través de
ellos para practicar la verdad de Dios con pleno amor y en plena justicia,
haciendo evidente la real soberanía de su gobierno en nosotros, que conformamos
su santa nación (1-P.2.9-10).
“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues
ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. (Mt.23.13).
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