viernes, 18 de diciembre de 2020

!!QUE SE CUMPLA SU DESEO!!

 

Si en este mundo somos indignos ante Dios, en el otro, de igual manera, lo seremos. Si en la vida presente hacemos méritos para agradar a Dios, llevaremos al máximo la posibilidad de ser verdaderamente felices. Debemos, como individuos, y como partes de su santa nación, su pueblo propio aquí en la Tierra, (1-P.2.9), hacer lo mejor que podamos para que se cumpla uno de los más grandes anhelos de nuestro Salvador.

Jesús, con su vida, muerte y resurrección, dejó abierta la posibilidad de que cualquier persona de buena voluntad, ejerciendo fe en su palabra y obra, fuese liberada, al arrepentirse, de su culpabilidad de una vida indigna y opuesta al amor de Dios. Pero nuestro Redentor, ¿qué deseó, y sigue deseando? Él se expresó de la siguiente manera: “…,para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn.17.21).

Tratando de que le sea negado el cumplimiento de ese alcanzable anhelo el enemigo de nuestras almas ha diseminado mucha perniciosa cizaña dentro de su “viña” (Reino de Dios), con ideas tales como: Los evangélicos –como término despectivo- son socios desleales, trabajadores perezosos, deudores incumplidos, inquilinos que no pagan, religiosos hipócritas, y toda una serie de calificativos que hacen pensar que las personas que profesan la fe cristiana son como una plaga social, gente despreciable. Entonces, ¿qué hacer?

Los creyentes leales a nuestro Salvador, y consecuentes con nuestra responsabilidad en el manejo de los dones y talentos que él mismo nos entregó, debemos contra-atacar, procurando poner en evidencia las virtudes de la soberanía del gobierno de nuestro Dios en nosotros, como individuos, pero también como comunidad. Debemos comenzar obedeciendo lo que el mismo Maestro nos instruyó a través del apóstol Pablo, de NO asociarnos con los incrédulos, sino, obviamente, con los también miembros de la familia de Dios (2-Co.6-14-18 y 7.1). Crear planes, diseñar y ejecutar proyectos, realizar programas, para la integración y desarrollo de su pueblo. Porque si nuestra justicia y forma de vida no es superior a la de las gentes del mundo, haríamos de Jesús un líder fracasado, y de nosotros una masa de personas frustradas, falsamente felices, utilizando el evangelio del Reino solo para arrastrarnos como incapacitados ante lo que nuestro Mesías verdaderamente quiere de nosotros.

 


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