La grandeza de la fe se puede medir por las
obras que resulten de ella. En otras palabras, y desde un punto de vista
práctico, una creencia es importante en la medida que produzca beneficios para
el bienestar y progreso del individuo y/o la comunidad.
El apóstol Pablo explicó esta verdad: “Palabra
fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los
que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y
útiles a los hombres. Pero evita las
cuestiones necias,…porque son vanas y sin provecho.” (Tito 3.8-9) “Pues el
propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena
conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se
apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni
lo que hablan ni lo que afirman.” (1-Ti. 1.5-7), “Recuérdales esto,
exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual
para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes….evita profanas y
vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.” (2-Ti. 2.14,
16).
Hay que entender que la
conducta, nuestro comportamiento moral resultante de nuestras creencias, será
también lo que determine nuestro destino eterno. No debemos pretender burlarnos
del Dios supremo llevando una vida disoluta, y solo querer cambiar cuando
veamos muy cerca la muerte. “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su
señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de
azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho,
mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.”
(Lc. 12.47-48).
Cuando aquí se habla de
fe para servir se refiere al bien que podemos hacer para mejorar las
condiciones de vida del pueblo de Dios, la familia de la fe... “Porque el reino
de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” (1-Co.4.20) El Mesías lo
expresó claramente: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis (o dejasteis
de hacer) a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Mt.25. 40,45)
Pero, ¿quiénes son los “hermanos” de
Jesús? Él mismo lo dice: “Entonces su
madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de
la multitud. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y
quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son
los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” (Lc.8. 19-21) Añade: “Y
cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de
cierto os digo que no perderá su recompensa.” (Mr.9.41) “Así que, según
tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de
la fe.” (Gá.6.10).
No hay comentarios:
Publicar un comentario