martes, 3 de noviembre de 2020

LA FE QUE SIRVE

 

 La grandeza de la fe se puede medir por las obras que resulten de ella. En otras palabras, y desde un punto de vista práctico, una creencia es importante en la medida que produzca beneficios para el bienestar y progreso del individuo y/o la comunidad.

 El apóstol Pablo explicó esta verdad: “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.  Pero evita las cuestiones necias,…porque son vanas y sin provecho.” (Tito 3.8-9) “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.” (1-Ti. 1.5-7), “Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes….evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.” (2-Ti. 2.14, 16).

Hay que entender que la conducta, nuestro comportamiento moral resultante de nuestras creencias, será también lo que determine nuestro destino eterno. No debemos pretender burlarnos del Dios supremo llevando una vida disoluta, y solo querer cambiar cuando veamos muy cerca la muerte. “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.  Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.” (Lc. 12.47-48).

Cuando aquí se habla de fe para servir se refiere al bien que podemos hacer para mejorar las condiciones de vida del pueblo de Dios, la familia de la fe... “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” (1-Co.4.20) El Mesías lo expresó claramente: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis (o dejasteis de hacer)  a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (Mt.25. 40,45)

 Pero, ¿quiénes son los “hermanos” de Jesús?  Él mismo lo dice: “Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.” (Lc.8. 19-21) Añade: “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.” (Mr.9.41) “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gá.6.10).

 

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