jueves, 9 de julio de 2020

EL GENUINO PUEBLO DE DIOS


La divina soberanía de nuestro amoroso gobernante se hará evidente en medio de nosotros solamente si nosotros, pueblo apartado por Dios y para Dios, (el cual está conformado por todos los creyentes en Cristo alrededor del mundo), obedecemos el mandamiento de Jesucristo expresado a través de San Pablo, de no tener compromisos de asociación  con la gente común, sino solo, obviamente, con los miembros del mismo Cuerpo de Cristo.
Ninguna congregación cristiana podrá afirmar que es genuinamente pueblo de Dios si no obedece el principio básico de unidad, como respuesta al sublime anhelo de Jesús: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn.17.21),
    El mandato o principio de unidad está expresado así: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2-Co. 6.14-18 y 7.1).  
Por supuesto que no se debe confundir “asociarse” con “juntarse”. Nuestro Maestro Jesús se juntaba con los pecadores porque los amaba y quería el bien para ellos, pero nunca se asociaba con ellos. Si los libertinos, disolutos y gentes del mundo se quieren beneficiar de este plan divino de liberación y vida abundante, deben aceptar y recibir al sublime Rey Salvador en sus corazones para que sea el que legisle en sus vidas.
Este sistema de gobierno es el único y más eficaz medio con el cual podremos erradicar los achaques que agobian a la Humanidad, pues su primer estandarte es el amor, amor que conduce a la justicia social, lo que nos lleva a su vez a la igualdad, (1-Co.8.13-15). Esto significa redistribución de los recursos económicos, desarrollo y dignificación  humana, pues quienes leemos la Biblia tenemos claro que el interés de nuestro Salvador no es mantener o promover personas, costumbres o religiones inoperantes e ineficaces, porque, decía Jesús, “en esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Jn.15.8)
Es una muy grande bendición que podamos disfrutar aquí en esta vida de todo el bien y la felicidad posibles, y también logremos tener vida plena y permanente aún después de abandonar esta morada terrestre.


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