viernes, 6 de marzo de 2020

VIVIR EN YUGO DESIGUAL


    El pueblo de Israel practicó este principio que lo mantuvo al margen de las naciones paganas (Lv. 26.9-13; Ez.38. 27-28). San Pablo lo enuncia a los cristianos para que lo pongan en obra. En su disertación (2-C0.6.14-18) no se refiere solo al matrimonio o a otros credos religiosos. No hay bases bíblicas para afirmar esto. Él le habla al pueblo de Dios como a una nación santa, apartada, “para que anuncie las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1-P.2.9).
  
Una nación verdaderamente lo es cuando atesora una cultura, en este caso la que proviene de aplicar todos los principios y enseñanzas de la Palabra del Reino. Considerándolo así, la cultura de un pueblo no solo tiene que ver con el matrimonio de sus individuos o con los formatos de culto religioso. Estos dos aspectos hacen parte de la cultura de un pueblo pero no representan la totalidad de ella.Esta es todo aquello que lo integra, lo identifica y lo desarrolla.
    
El pueblo de Dios tiene un mismo origen, historia  y destino que lo configura como una nación, enmarcada por su “constitución nacional”, es decir, la sagrada Biblia. Todo esto no sería posible sin unidad. Jesús la anhelaba (Jn.17.21). Se la compara a la integración de todos los órganos y miembros de un mismo Cuerpo (el “cuerpo místico” de Cristo).
  
 Si un creyente no debe tener compromisos de asociación (“yugo desigual”) con los incrédulos, entonces, ¿con quién los debe tener?   Obviamente, con los demás miembros de su comunidad cristiana. Esto es bíblico y realista. Las interpretaciones sesgadas o maliciosas no pasan de ser artificiosas, para distraer o manipular.
 Este mismo principio de unidad práctica, más que conceptual, nos llevará indefectiblemente a otros principios igualmente importantes que lo complementan, tales como la solidaridad y la igualdad.
  
El mandamiento dice: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia”. Pero no puede haber justicia si no hay igualdad. No podrá haber igualdad, si no hay solidaridad. Y no podrá haber solidaridad efectiva y ubérrima, si no existe la integración y organización apropiada.


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