lunes, 6 de enero de 2020

NUESTRA RESPONSABILIDAD

 
   Uno de los tantos dones que Dios entregó a los “llamados” (Mt.24.14) y por el que obviamente tendrán que responder es el desempeño de puestos de liderazgo. Tal vez muchos de ellos ya han leído y meditado acerca del capítulo 34 del libro de Ezequiel, y de lo que el apóstol Pablo dijo en Mileto antes de su final despedida a los líderes de esa iglesia (Hch.20.17-35), y evitar entonces ser tenidos como aquellos mercaderes de la fe que toman la piedad como fuente de ganancia. (Tit. 1.11).
  
   El gozo de quienes trabajemos en la “viña del Señor” (Reino de Dios), para lograr su establecimiento real y pleno en este desventurado y desenfrenado mundo, será infinito, aunque tengamos que renunciar a toda pretensión egoísta de enriquecimiento individual, al uso indebido de poder, y a los deseos de prestigio personal (Mt 6.13).
  
   Recordar, además, que  “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.  Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.” (Lc. 12.47-48)

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