viernes, 17 de agosto de 2018

!OCUPAOS EN VUESTRA SALVACIÓN!

 
   Los cristianos oran a Dios muchas veces a causa de sus angustias y necesidades. Lo hacen con fe, y a veces en grupo fijando  sus mentes  en lo más lejano del Universo en espera de  recibir el favor divino a través de alguna intervención milagrosa. Estas personas, algunas por ignorancia y otras por malicia, pasan por alto lo que la Biblia enseña acerca de que el Espíritu del Dios,  que puede solucionar muchos de sus problemas, NO debe ser buscado exclusivamente en otras galaxias o dimensiones recónditas del Cosmos, puesto que habita en los mismos creyentes.
   
   Por eso el apóstol Pablo los amonesta: “Ocupaos en vuestra salvación…porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”; “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.  Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,   el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones”. ”
  
Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,  os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

   “Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.  Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”.
  
    “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. (Fil.2.12-13; 2-Co.1.20; He.13.20-21; 1-Co.12.25-26; Ef.4.14-16).


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