viernes, 10 de agosto de 2018

¡HACEDORES DE MALDAD!

 
     Una de las principales funciones de la “cizaña”, dentro del Reino de Dios, (Mt.13.24-30; 36-42) es obstruir el crecimiento del “trigo”. Para hacerlo, influyen en la mente de los religiosos ideas o doctrinas que les hacen pensar que la denominada “salvación” está en total desconexión con el diario vivir de la comunidad de creyentes.
   
    Para ello enseñan que dicha salvación solo se refiere al perdón de nuestras faltas, después de un sincero arrepentimiento, y que pueden mantener esa condición de perdonados tan solo asistiendo semanalmente a una o varias reuniones de algún determinado grupo, dándole a los líderes del mismo el 10% de todos sus ingresos económicos, aparte de ofrendas, primicias, etc.
   
    Así, entre las lecturas de unos cuantos versículos de la Biblia, la entonación de emocionantes cánticos espirituales, y bonitos rebuscados blablablaes esconden sus talentos (Mt.25.14-30) y llegan al final del Camino sin fruto ni vergüenza en espera de poder presentar buenos argumentos en su propia defensa: “En tu nombre profetizamos, echamos fuera demonios, hicimos muchos milagros”. Pero en vez de ser justificados y elogiados serán tildados de “hacedores de maldad”. Pero, ¿Cuál sería esa maldad?
   
    El mismo Maestro responde que se debe a que no tomaron su fe en contexto con las necesidades básicas humanas, y que no obraron en favor de los “hermanos más pequeños”, de los “maltratados” (Mt. 25.31-46: He.13.3) No todo en la vida se soluciona con dinero. Pero para lo que con él sí se pueda solucionar, la Biblia enseña que el plan de Dios establece el diezmo como principio de economía igualitaria, para que haya abundancia en la “Casa de Dios”, la cual son los mismos creyentes (Mal.3.10; He.3.6)” No digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez,   sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad,  como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.” (2-Co.8.13-15)

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