viernes, 27 de abril de 2018

¿SALVACIÓN O LIBERACIÓN?


    Salvar, liberar o redimir son sinónimos en las sagradas escrituras cristianas. Es necesario, pues, contextualizar los pasajes para saber a qué se está refiriendo en cada caso en particular.
    
   Se menciona, por ejemplo, el caso de personas que fueron “salvadas” o liberadas de desastres naturales (Mt.8.25); otras fueron salvadas o liberadas de enfermedades (Lc.8.48), de circunstancias adversas (Hch.27.43), de morir (Lc.6.9); también se habla de ser salvados o liberados del vigente sistema de cosas (“esta generación” Hch.2.40).
  
   La salvación o liberación nos la ofrece el Padre Celestial en cabeza de su propio Hijo, quien como cordero fue torturado y sacrificado pero que ahora tiene la dignidad de rey. Pero él no nos libera si nosotros no queremos.
   
    Él desea que conozcamos en detalle la buena noticia que su Padre le encomendó anunciarnos (Lc.4.43). El Mesías solicita de nosotros el arrepentimiento y la conversión.

  Por medio del arrepentimiento él nos salva de la culpabilidad del pecado, en tanto que la conversión es un proceso permanente, como parte de esa misma salvación, por medio de la cual el mismo Dios a través de su Espíritu y Palabra nos va liberando del poder de las tinieblas a la vez que nos traslada dentro de la soberanía de su propio gobierno (Col.1.13).
   
   Todo esto sucede en la medida en que ponemos en práctica iniciativas de carácter personal y comunitario en concordancia con los principios doctrinarios en los que se basa y orienta este “régimen nuevo del Espíritu” (Ro.7.6).
   
  Este proyecto o plan de gobierno divino, conocido generalmente como “el reino de Dios”, se ofrece indudablemente como la mejor solución a los problemas que aquejan a la Humanidad.

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