Como parte de los conocimientos
alcanzados y las nuevas posibilidades a que dan lugar, han surgido ciencias tan
cautivadoras como lo es la física cuántica, cuyos enunciados no se desprecian o
condenan, sino que se respetan. Sin embargo, estas ciencias como otras afines
tienen un campo cierto y confirmado en los laboratorios, y otro
teórico-especulativo.
Una de sus facetas trata sobre la energía mental y su interacción con la
mecánica del Universo, que eventualmente determina o influye aun en los
acontecimientos sociales y físicos de nuestro globo terráqueo, juntamente con
su relación directa con la biología y psicología de los individuos.
Por naturaliza, el ser humano desea ser alguien de relevancia, ser
elogiado y reconocido, dejar su huella en la Historia. Una de las formas de
hacerlo es ejerciendo poder, bien sea económico, militar, político, o de otra
índole; al no poder así lograrlo lo buscan en lo paranormal. Es aquí en donde
en ocasiones entran en juego movimientos ideológicos y algunos otros que
quieren vivir del cuento, que mezclan la ciencia con la religión y la magia en
su empeño de elaborar fascinantes dogmas a partir de suposiciones que alagan y
glorifican el ego de muchas personas que no quieren aparecer como religiosos
ignorantes, sino como “iluminados” de una nueva era de paz y harmonía, sin un
Dios sectario o autoritario que coarte sus libertades individuales, y que no
castigue o reprenda sus conductas, piensan ellos.
Como cristiano no niego los efectos buenos o malos que mis actitudes
mentales puedan generar, pero como conocedor del plan divino de salvación que
existe para la Humanidad, debo ser cuidadoso y tener muy en cuenta que “…Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el
que me glorifica,… y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él,
porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables
delante de él.” (Jn.8.54; 1-Jn.3.22)
Creo que el positivismo
(Fil.4.8), la visualización (2-C0.3.18), la reprogramación mental (2-Co.5.17;
Ro.12.2; Ef.4.22-24), la “programación neurolingüística” (Ro.10.10), etc., son
partes tácitas de la fe cristiana. Con ella, desde nuestras mentes y corazones
nos capacitaremos para recibir la vida abundante y la libertad gloriosa de los hijos de Dios
que el Rey Jesucristo brinda a quienes encuentran la justicia de su Reino,
gobierno vigente entre nosotros en su actual estado de desarrollo, haciéndonos
dignos de heredarlo en su futura y perfecta plenitud, cuando nuestro amado
soberano en persona comparta con nosotros los frutos de su sacrificio, y de
nuestra fe y colaboración (2-Co.1.20; 1-Co.3.9; Col.4.11).
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