Después de estudiar
serena e imparcialmente el tema del Reino de Dios no es difícil llegar a la
conclusión de que este gobierno se haya vigente en medio nuestro, en el
entendimiento que fue transferido de Israel a la Iglesia y tendrá con el
regreso del Salvador su plena y gloriosa consolidación.
Esto lo aceptan la mayoría de quienes leen la Biblia para
indagar sobre los planes del Creador para con la Humanidad. Pero hay otro
aspecto a considerar, sin el cual todo quedaría en el imposible de las utopías.
No es algo que debamos inventar, ha estado
al alcance de nuestros ojos, solo que a veces es necesario esperar a que
el tiempo descorra el velo de nuestra comprensión.
Se trata del principio
según el cual el pueblo de Dios debe
integrarse realmente como verdaderos
miembros del Cuerpo de Cristo, puesto que no es la verdad particular de algunos
individuos o grupos la que nos pueda unir sino la realidad humana y el bien
común con lo que se podrá experimentar y evidenciar las virtudes del nuevo
régimen de este gobierno que nos ofrece y da vida abundante y eterna desde el
mismo momento en que decidimos participar en él…para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo
viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con
astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien
todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que
se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor”. (Ef.4.14-16 Véase también
2-Co.6.14-18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario