viernes, 4 de octubre de 2019

OBSTRUYENDO EL REINO DE DIOS

   El opositor de nuestro Padre Celestial sabe que no podrá destruir este reino pero sí podrá obstruir su crecimiento negando o desvirtuando su realidad (Hch 13.-6-10).

Una de las muchas formas de hacerlo es sembrar en la mente de muchos creyentes, argumentos incoherentes y pueriles, “que se levantan contra el conocimiento de Dios” ( 2 Co 10.5)

 Pueril, por ejemplo, es el argumento de aquellos que sostienen el mismo Señor Jesucristo es a la vez un rey y un reino. Es como si una persona pudiera ser ella misma un país del cual fuera su presidente.

 Estamos tan acostumbrados a las fantasías religiosas, nacidas del temor, la ignorancia y las pasiones, que tendemos a alejarnos de lo razonable y se nos hace a veces difícil hacer las reflexiones realistas más elementales. Ni Jesucristo ni la Iglesia es el reino de Dios. Jesús es el rey. La Iglesia es el conjunto de personas en las cuales y a través de las cuales él quiere ejercer la soberanía de su gobierno.
  

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