viernes, 5 de octubre de 2018

FUNDAMENTOS ÉTICOS DEL REINO DE DIOS

 
      Muy extensa y provechosa es la moralidad propuesta para  el pueblo de Dios. Como ejemplo cito algunas normas de comportamiento: “No hagan nada por contienda  o vanagloria” (Fil.2.3); “estén contentos con lo que tienen” (He.13.5); “no mintáis los unos a los otros” (Col.3.9), etc., etc. Pero hay dos  principios que son fundamentales para que todos los demás tengan un apropiado campo de acción.
   
    El primero de ellos es el principio de PRELACIÓN: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gá.6.10); “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos  los unos a los otros”.(Ro.12.10); “ Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”. (Mr.7.27)
    
   Segundo principio, de INTEGRACIÓN: “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,  así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Ro. 12.4-5);
  
    Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros.  De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.  Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”. (1-Co12.25-27);
   
   “ Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,  sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,  de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef.4.14-16).
     
   Infortunadamente, los enemigos del rey Jesucristo (Lc.19.27) evaden esta responsabilidad y tuercen el sentido de tales principios, porque, aunque sueñan con el futuro reino milenario del Salvador, los asusta la realidad presente  de su gobierno en medio nuestro y por eso prefieren reducirlo a simple teo-terapia que sirva de muletillas emocionales a quienes necesitan comprar y vender  la gracia de Dios. Pensemos: Si el pueblo de Dios no debe hacer compromisos de asociación (“yugo desigual”) con los incrédulos, ¿con quién, entonces, los debe hacer? (2-Co.6.14-18)
    
   Si en verdad queremos que Jesucristo algún día venga a gobernar al mundo entero junto con sus santos, debemos desde ahora ser activos uniendo dones y talentos con nuestros consiervos para diseñar, promover y desarrollar proyectos, eventos o programas para beneficio del mismo pueblo de Dios, de manera que la Verdad no solo nos haga libres de un futuro infierno sino del presente mundo de injusticias, maldad y sufrimiento.

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