viernes, 21 de septiembre de 2018

VOTAR POR EL MENOS MALO

 
      Mientras podamos no debemos los cristianos ser  cómplices pasivos al servicio del mal. Debemos cumplir nuestros deberes ante el Estado, pero también reclamar y ejercer nuestros derechos. El apóstol Pablo salvó su vida al reclamar como ciudadano romano su derecho a apelar ante el emperador. Cuando Jesucristo fue golpeado en su rostro no presentó la otra mejilla para que lo continuaran golpeando. Por el contrario, reclamó su derecho a no ser golpeado.
     
    Si la Biblia nos insta a orar por nuestros gobernantes es porque también debimos haberlos elegido por medio del sufragio, pues el orar por gobernantes por los que no hicimos nada para que subieran o no al poder, es una actitud totalmente irresponsable. Debemos votar por los candidatos mejores o menos malos, pero en ningún caso ser herramientas pasivas e indolentes al servicio de los gobernadores de las tinieblas.
    
     Lo que no está bien para un cristiano,  que por su naturaleza espiritual debe ser un servidor del reino de su soberano Salvador,  es participar en campañas políticas, pues “a Dios lo que es de Dios y a César lo que es del César”. Además, no debemos “servir a dos señores”.
   
    Podríamos considerar la posibilidad de que las congregaciones cristianas tengan comités de evaluadores políticos para que hagan a sus prosélitos las recomendaciones pertinentes. El problema estaría en el  enorme poder corruptor del dinero con que éstos comisionados podrían ser comprados. Visto de esta manera, la mejor opción sería la total libertad personal para que cada cristiano tome en oración su decisión de votar por tal o cual candidato.
  

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