sábado, 21 de julio de 2018

!DERRIBEMOS LOS MUROS!

 
Así como Josué inició la conquista de la tierra prometida derribando muros con el sonido de las trompetas, también en estos tiempos, pero con la espada del Espíritu, se hace necesario echar por tierra los infames muros que obstruyen el paso  a la vida abundante y libertad gloriosa a lo que los hijos de Dios están llamados a conquistar, con la fortaleza y dirección del Espíritu y la Palabra de Dios.
     
    Estos adornados pero siniestros muros no están construidos con arcilla o cemento, sino con avaricia recubierta de individualismo. Serán derribados cuando la gracia de Dios nos permita una valoración completa y realista de su plan para con la Humanidad.
    
   Otros muros que obstaculizan este mismo plan son los de la ignorancia, el egoísmo y la indolencia; pero el más perjudicial es el de la codicia, pues está peligrosamente cercando, entre nosotros, el campo de acción divina, y constituye la peor cizaña con la que el Enemigo pretende impedir el crecimiento y consolidación del sin igual y maravilloso programa integral de gobierno celestial, denominado Reino de Dios. (Mt.13.24-30; 37-43)
    También caerán esos nefastos muros cuando el pueblo de Dios disponga de fieles que administren la gracia divina solo por amor, y deseche rotundamente a los mercaderes de la fe, no participando en las obras infructuosas de las tinieblas (Ef.5.11), sino obreros que con sus talentos y dones ayuden a desarrollar este grandioso plan de liberación, el “nuevo régimen del Espíritu” (Ro.7.6), diseñado por el mismo Creador para superar al máximo todos los males que afligen al mundo entero (Jn.3.16-17)

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