viernes, 5 de enero de 2018

PASTORES ASALARIADOS, UNA PLAGA

      Aun dentro de las sectas tenebrosas es bien vista la actitud de quienes las pastorean no porque reciban sueldo sino sinceramente, de corazón. ¡Cuánto más en una congregación de sana doctrina!
  
   “Porque no busco lo vuestro…-decía San Pablo- sino a vosotros”. Y agrega: “pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos” (2-Co.12.14). La razón de ello la da el mismo Maestro cuando dice: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.  Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Jn.10.11-13).
  
   Por encima de esta y muchas otras consideraciones algunos, sin embargo, arguyen que “el obrero es digno de su salario” (Lc.10.7). Pero veamos el contexto y seamos honrados. El “salario” referido por el evangelista y citado por Pablo (1-Ti.5.18) no tiene relación alguna con la idea de cobrar o recibir cada tanto tiempo una cantidad de dinero previamente establecida. La idea que se pone aquí de relieve es la de ser mantenido por los creyentes a través de la gratitud (De esa manera, “vivir del evangelio” 1-Co.9.7-14)  “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. (Fil.2.13). Y una de las cosas que produce el Espíritu de Dios en los creyentes es la gratitud. Por eso, el apóstol Pablo exhorta: “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.” (Gá.6.6).
  
   Sabiendo que “la raíz de todos los males es el amor al dinero” (1-Ti.6.10), Pablo trabajaba, y así suplía sus propias necesidades (Hch.20.34; 1-Co.4.12). Lo hacía para dar ejemplo, pues presentía que surgirían “lobos rapaces” que perjudicarían el rebaño (Hch.20.29). “¿Cuál, pues, es mi galardón?”—se preguntaba Pablo, y con orgullo se respondía: “Que predicando el evangelio, presente GRATUITAMENTE el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio” (1-Co.9.18). Pablo tenía el derecho de parte de Dios de ser mantenido por los creyentes a través de ofrendas voluntarias pero renunció a tal derecho para que en el futuro no hubiere falsos administradores de la gracia divina (1-P.4.10) que parasitasen  a costa de la ingenuidad de los feligreses. La mejor garantía que un ministro religioso puede ofrecer a su grey de que sirve sólo por amor a su vocación, y no por meros motivos económicos, es NO recibir sueldo, sino únicamente ofrendas espontáneas de sus ministrados.


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