domingo, 10 de junio de 2018

¿COMUNISMO O CRISTIANISMO?


    Después que escribí algo acerca del Reino de Dios, como un sistema integral de gobierno integral vigente y en desarrollo en medio nuestro, alguien comentó que estaba inspirado en el comunismo. ¡Qué pueril razonamiento!
   
   A pesar de todo he decidido dar alguna respuesta porque considero que muchísimas personas que ni siquiera se han tomado el trabajo de leer el Nuevo Testamento, sí han podido leer cierta literatura de movimientos o partidos políticos que hablan muy bonito sobre la justicia, la igualdad y la libertad, entre otros ideales que a la hora de la verdad se pierden en los oscuros socavones de la burocracia o se desvirtúan en las redes del clientelismo o la corrupción.
   
  El “nuevo régimen del Espíritu” (Ro.7.6) es la dimensión conceptual y vivencial de las personas que llegan a creer que en los méritos del sacrificio del Mesías pueden ser perdonados de todo pecado y rebeldía.
   
   Éstos creyentes no solo se arrepienten de su vana manera de vivir sino que se convierten en desarrolladores de los principios del gobierno divino,  para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,  sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,  de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4. 14-16).
    
   Así, pues, sin  la integración real y apropiadamente organizada, del que habla este pasaje, difícilmente se podrá amar con eficacia a los demás miembros del pueblo de Dios, y mucho menos se podrá practicar uno de los principios más importantes y olvidados en nuestros tiempos: El principio de igualdad (2-Co.8.13-15).
  
  Muchos líderes están cerca del Reino de Dios, a sus puertas; pero no entran ni permiten que otros lo hagan (Mt.23. 13). Obran de esta manera porque, entre otros motivos, para ellos es más rentable la “Ley del Embudo” que este mencionado principio de la igualdad, sin el cual el amor proclamado en el Evangelio queda sólo en el aire del diario bla bla bla de los sermones.



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